(Contenido de la DGI publicado originalmente en el portal del VRI.)
Históricamente la brecha de género en carreras de ciencias e ingeniería ha sido inmensa. Según la investigación ¡Aquí hay que hacerse respetar! Mujeres entre tuercas y metales, de
la socióloga Alizon Rodríguez, entre 1995 y 2005, de los 6465 egresados
de siete especialidades de ingeniería de la PUCP, solo 1045 eran
mujeres.
La desigualdad sigue vigente en la actualidad. De acuerdo a
estadísticas de la universidad, en el primer semestre del 2016, de la
Facultad de Ciencias e Ingeniería egresaron 343 estudiantes: 250 hombres
y solo 93 mujeres. La pregunta es, ¿por qué hoy estas carreras siguen
siendo espacios altamente masculinizados?
Una razón es la fuerza de los estereotipos. Desde niños, en la
familia y el colegio, nos enseñan los supuestos roles típicos de la
mujer. “La educación fortalece los estereotipos de género y además el
currículo oculto”, explica Alizon Rodríguez. Es decir, además de
enseñarnos lo definido en el currículo escolar nos transmiten prejuicios
sexistas.
Y estos, a la larga, influyen en la orientación vocacional. Fanny Casado,
investigadora experta en biotecnología y salud, se desanimó de seguir
la carrera de ingeniería química porque en su entorno familiar le
comentaron que era una carrera muy dura. Ella nació y creció en Iquitos
donde recuerda que los ingenieros químicos trabajaban en pozos
petroleros.
Por eso postuló a medicina en San Marcos. A sus padres les pareció
bien porque era una carrera prestigiosa y más adecuada para ella. Sin
embargo, luego de un tiempo la abandonó y eligió seguir química en la
PUCP. “Se pensaba que química estaba bien para las mujeres porque se
podía trabajar como docente”, afirma Fanny Casado.
No obstante, no siempre la familia y el colegio persuaden prejuiciosamente, como en el caso de Nadia Gamboa,
docente investigadora de química. Sus padres y profesoras poco a poco
le fomentaron el interés por la química. Le dieron libertad para elegir.
Su entorno femenino (hermanas, colegio de mujeres y profesoras)
empezó a masculinizarse cuando entró a la academia preuniversitaria y en
los primeros años de universidad, donde la mayoría de compañeros eran
hombres.
En efecto, la brecha se hace evidente en Estudios Generales Ciencias.
Nadia Gamboa y Fanny Casado recuerdan que en clase había 120 alumnos y
solo diez, en promedio, eran mujeres. “Nos conocíamos entre nosotras e
íbamos juntas a todos lados”, menciona Fanny Casado.
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http://somosperiodismo.com/la-brecha-de-genero-en-ciencias-e-ingenieria-en-la-pucp/
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