Hombres y Mujeres de Ciencia y Tecnología en el Perú: Pedro Paulet
que busca promover los aportes de investigadores en la actualidad y de aquellos científicos que han destacado por sus inventos en la historia del Perú.
ver video en este enlace: https://youtu.be/nopmpVeetiM
Científicos Peruanos en la Historia
Pedro Paulet
Nació en Tiabaya, Arequipa, el 2 de
julio de 1874, hijo de Pedro Paulet y Antonieta Mostajo. Es uno de los
más importantes innovadores peruanos y uno de los más trascendentales
inventores, siendo considerado pionero de la aviación aeroespacial.
Paulet queda huérfano a los tres años y
es acogido por su tío, el abogado Francisco Mostajo. Desde niño se
siente atraído por las máquinas, los ferrocarriles y los fuegos
artificiales. Se sostiene que a los 12 años ya fabricaba sus propios
castillos de primitivos cohetes luminosos y a los 15, auxiliado por
pirotécnicos profesionales, fabrica cohetes propulsados por cámaras más
complejas.
A los 17 años, en 1892, ingresa a la
Facultad de Letras y de Ciencias de la Universidad de Arequipa,
egresando de ambas con el grado de Bachiller. El gobierno peruano, al
tanto de sus habilidades, le otorga una beca para estudiar ingeniería y
arquitectura en la Universidad de la Soborne de Paris. En ese centro de
estudios conoce a importantes científicos de la época, entre ellos a los
científicos Pierre y Marie Curie.
De sus estudios sobre cohetería concluye
que el propulsor más adecuado para el desarrollo de los motores
impulsores es el combustible líquido. En 1895 Paulet diseña lo que
denomina avión torpedo o autobólido, una nave aeroespacial impulsada por
motores a reacción, de despegue vertical, basada en principios
totalmente novedosos para la época, tanto en materiales, mecanismos de
propulsión como en sus sistemas de navegación. También desarrolla el
motor Paulet de propulsión de combustible líquido.
En 1897 construye un cohete con motor de
propulsión de 2.5 kilos de peso y un empuje de 90 kg impulsado por una
combinación de peróxido de nitrógeno y gasolina. Debe abandonar sin
embargo sus experimentos, porque es denunciado a la policía por causar
ruidos molestos en el vecindario y por la sospecha de que fabrica
artefactos explosivos con fines anárquico-terroristas.
En 1900 el gobierno peruano, satisfecho
de la manera en que Paulet ha asumido sus estudios en Europa, lo asimila
al cuerpo diplomático del Perú y lo asigna como cónsul en Paris. Ese
mismo año en esa ciudad diseña una girándula de propulsión, que es una
rueda que gira por el empuje de reacción de cohetes adheridos a ella.
Paulet es de los primeros en pensar en
la posibilidad de incorporar una girándula a una nave espacial como
medio de propulsión. Dos años después, en 1902, es nombrado cónsul
general en Amberes, lugar donde culmina el diseño de su avión torpedo.
En 1904 es nombrado Director de la Escuela de Artes y Oficios del Perú,
de la cual es fundador.
Paulet traslada al nuevo instituto los
sistemas de estudio europeos con los que estaba íntimamente
familiarizado y convoca para el cuerpo de profesores a los más
destacados ingenieros del medio. Simultáneamente Paulet funda y dirige
un semanario titulado Ilustración Peruana, cuyo lema es “Artes, Letras,
Ciencias y Deportes” que, siendo semanario de actualidades, hace notorio
énfasis en la información científica de su época. Es en esta
Ilustración Peruana que el escritor Abraham Valdelomar publica algunos
de sus primeros cuentos. Ilustración Peruana difunde igualmente los
avances que en la aeronáutica están realizando intrépidos pioneros en el
Perú, tales como Carlos Tenaud que, en 1908, construye el primer
monoplano del país, diseñado en la Escuela de Artes y Oficios en la que
el aviador también colabora.
Hacia 1910 Pedro Paulet regresa a Europa
y se instala en Londres, en donde cumple funciones diplomáticas pero,
al mismo tiempo, busca continuar con el desarrollo de sus inventos y
espera encontrar allí el indispensable financiamiento para sus
proyectos. El gobierno le encomienda realizar estudios sobre diversos
aspectos tecnológico, entre ellos la posibilidad del desarrollo de la
telegrafía inalámbrica –la radiotelegrafía– en el Perú, tema que evaluó
positivamente y que lo condujo a establecer, desde entonces, una
relación de amistad profesional con Augusto Tamayo Möller, ingeniero
peruano que finalmente instalaría dicho sistema en el país en 1912.
Anteriormente en su vida Paulet había
entablado una estrecha relación amical con el médico Manuel Tamayo
Möller, hermano del anterior, con quien desarrolló un proyecto
arquitectónico de un Hospital para Mujeres en Lima en 1907.
En 1925 describe a los aviones de la
época como simples “cometas automotrices” con hélices de pobre
funcionamiento e incapaces de detenerse en el espacio. En 1929 es
nombrado consul general en Rotterdam donde, con la colaboración de
técnicos holandeses, reconstruye su “motor Paulet”. Su trabajo se
divulga y empieza a recibir en Europa el reconocimiento que desde tiempo
atrás merecía.
Diversos especialistas renombrados
–tanto en aeronáutica como en cohetería– reconocen su trabajo como
pionero y visionario. Paulet es, tal vez, el inventor peruano que más
reconocimiento internacional ha recibido en vida. Lo buscan empresas
norteamericanas e instituciones científicas europeas para trabajar o
colaborar con ellas, pero por diversas razones Paulet rechaza los
ofrecimientos.
En 1935 regresa al Perú donde recibe el
encargo de organizar la Dirección Comercial de la Cancillería Peruana, e
intenta infructuosamente encontrar financiamiento del Estado Peruano
para sus investigaciones e inventos. En 1941 es enviado en misión
diplomática a Buenos Aires.
En una entrevista al medio periodístico
argentino Crítica en 1944, que lo busca ante el notorio desarrollo de la
cohetería en el mundo, declara que llama ahora autobólido a lo que
denominara inicialmente avión torpedo y que “por el hecho de impeler con
cohetes y propulsión posterior, la hélice debe desaparecer por
innecesaria y hasta contraproducente. Y con esta hélice, que no sirve
donde falta aire, también debían desaparecer los otros elementos del
planeador, teniendo que ser reemplazados por una ‘nueva forma’ que
responda a su función astronáutica, una vez dominada la gravitación a
través de los cohetes”.
Cerca de los 70 años Paulet demuestra
una vez más estar adelantado a su época y en sintonía con las más
recientes concepciones científicas de su tiempo. En ese espíritu de
adelanto y anticipación Paulet señala un camino que en el Perú no ha
sido continuado, limitándose en lo general a la reproducción o simple
utilización de lo desarrollado en los centros de investigación del
mundo.
Pedro Paulet fallece en Buenos Aires el 30 de enero de 1945.